sábado, 28 de marzo de 2009

Está lloviendo en Barcelona



Está lloviendo. 
Esta mañana se me ha fastidiado el partido previsto de tenis y tengo el ánimo gris, como el día. Las noticias han llenado de nubarrones el mapa de las predicciones para mañana, por lo que me temo lo peor para la salida en bici de los domingos. Ahora pienso que una amiga recién descubierta en Facebook que me ha dicho que vive en Londres, que bien, pero que echa de menos el sol... Yo también lo añoro.
Esta semana nos preparamos para super-vacaciones en Granada, espero que no llueva, ya tengo bastante y, el pantano donde nos gusta hacer piragüismo está rebosante. Me gustaría disfrutar de un paseo en canoa con agua solo por debajo.
Hemos quitado algunos muebles de la habitación desde donde escribo y se ha quedado despejada la ventana que me muestra un mar gris y un cielo nublado. las casas de siempre, el hotel reciente y la hilera de coches como hormigas disparadas por la autopista en un sentido y en otro. El instituto, el campo de fútbol y, a lo lejos, el campanario de la iglesia. Demasiado lejos para escuchar su sonido.
El día se ha ido rindiendo a la lluvia. Ya no queda sino esperar a que la Semana Santa nos regale días luminosos para pasear y montar en bicicleta, las niñas tienen ganas y yo más.




Ya es domingo, las predicciones se han cumplido y sigue lloviendo por lo que la salida en bici queda para otro momento. Esta tarde toca plancha, antes intentaré algo que me aleje de esta monotonía. Buf, si no fuera por lo poco que queda.

Después de tantos días sin escribir y, ahora esta entrada gris. Bueno, es el color del momento.

Tengo dos proyectos para este blog: Vídeo de mi amigo Jorge (Grandioso cocinero) preparando un plato especial y la segunda parte de la plancha quizá también vídeo-blogueada. Espero un arranque animoso para ponerme.

lunes, 9 de marzo de 2009

La plancha y la madre....


Sé que tengo pendiente la segunda del artículo
 planchista.  Lo escribiré en otro momento, probablemente...
Estoy entrando en un momento primaveral de estos que me descolocan. Me cambia el humor, las sensaciones, demasiado deprisa. Tengo razones objetivas para estar preocupado a nivel profesional. (No abundaré en la crisis y tal...), pero, en lo personal soy yo el que define como quiero que sean las cosas. Siempre he tenido esa característica. Influyo mucho en el estado de ánimo de los que me rodean. No digo que contagie mi alegría ni nada de eso, pero sé que, mi inestabilidad afecta a mis más cercanos y al contrario, mi estabilidad les tranquiliza. Por eso me preocupan mis cambios de humor. No es que no los pueda controlar, creo que si puedo. Lo que ocurre es, que me produce un alivio casi físico dejar que afloren en ocasiones en las que tengo enzimas radioactivas. 
Hoy por hoy, tengo la mayor parte del tiempo hipotecado. Voluntariamente, si pero hipotecado al fin y al cabo. Amanezco con un plan que desarrollo hasta la noche. Me recreo en algunos detalles, un olor, alguna caricia, la risa de mis hijas. Pero el plan sigue, inmutable, hasta que se hace de noche. Ellas duermen, misión cumplida. Pero es de noche, y esta noche forma parte del plan de mañana, que no se haga muy tarde, je, je. Esto que ahora describo con frialdad es la salsa de mi vida en los momentos de euforia (Que son la mayoría). Ocurre que, ahora me cuesta llegar al final del día y descubrir, entre la superficie plomiza de las cosas, mis pequeños tesoros cotidianos. Hoy no había ColaCao y, ni siquiera me ha importado, mala señal.
No me quejo, me sorprendo del momento pero sin pasión, que es una manera bastante absurda de sorprenderse. Tantos frentes abiertos, tantas ganas de afrontar y, sin embargo se escapa un poco de aire por cada rendija. Y no lo vas a entender, y yo no tengo manera de explicártelo.

Tengo a mi padre en casa. Le pasa lo que al prota ese que en lugar de envejecer, rejuvenece. Mi padre rejuvenece de carácter. Cada vez, sin darse cuenta, se libera de un convencionalismo que le estaba esposando. Ahora es más grande de espíritu aunque esté perdiendo memoria y le cueste más subir las escaleras.
Por lo demás, ¿Qué decir? No soy alérgico al polen y nunca me había afectado así la primavera (Por que a ella le echo la culpa) pero igual es una alergia que desconozco.