lunes, 9 de marzo de 2009

La plancha y la madre....


Sé que tengo pendiente la segunda del artículo
 planchista.  Lo escribiré en otro momento, probablemente...
Estoy entrando en un momento primaveral de estos que me descolocan. Me cambia el humor, las sensaciones, demasiado deprisa. Tengo razones objetivas para estar preocupado a nivel profesional. (No abundaré en la crisis y tal...), pero, en lo personal soy yo el que define como quiero que sean las cosas. Siempre he tenido esa característica. Influyo mucho en el estado de ánimo de los que me rodean. No digo que contagie mi alegría ni nada de eso, pero sé que, mi inestabilidad afecta a mis más cercanos y al contrario, mi estabilidad les tranquiliza. Por eso me preocupan mis cambios de humor. No es que no los pueda controlar, creo que si puedo. Lo que ocurre es, que me produce un alivio casi físico dejar que afloren en ocasiones en las que tengo enzimas radioactivas. 
Hoy por hoy, tengo la mayor parte del tiempo hipotecado. Voluntariamente, si pero hipotecado al fin y al cabo. Amanezco con un plan que desarrollo hasta la noche. Me recreo en algunos detalles, un olor, alguna caricia, la risa de mis hijas. Pero el plan sigue, inmutable, hasta que se hace de noche. Ellas duermen, misión cumplida. Pero es de noche, y esta noche forma parte del plan de mañana, que no se haga muy tarde, je, je. Esto que ahora describo con frialdad es la salsa de mi vida en los momentos de euforia (Que son la mayoría). Ocurre que, ahora me cuesta llegar al final del día y descubrir, entre la superficie plomiza de las cosas, mis pequeños tesoros cotidianos. Hoy no había ColaCao y, ni siquiera me ha importado, mala señal.
No me quejo, me sorprendo del momento pero sin pasión, que es una manera bastante absurda de sorprenderse. Tantos frentes abiertos, tantas ganas de afrontar y, sin embargo se escapa un poco de aire por cada rendija. Y no lo vas a entender, y yo no tengo manera de explicártelo.

Tengo a mi padre en casa. Le pasa lo que al prota ese que en lugar de envejecer, rejuvenece. Mi padre rejuvenece de carácter. Cada vez, sin darse cuenta, se libera de un convencionalismo que le estaba esposando. Ahora es más grande de espíritu aunque esté perdiendo memoria y le cueste más subir las escaleras.
Por lo demás, ¿Qué decir? No soy alérgico al polen y nunca me había afectado así la primavera (Por que a ella le echo la culpa) pero igual es una alergia que desconozco.  


5 comentarios:

Unknown dijo...

también el estado anímico de los demás influye en el tuyo, que ninguno nos libramos de eso tampoco. A mi la primavera me encanta, los días cada vez más luminosos me recargan, casi podría decirse que soy una especie de panel "solar" (jeje).
Las alergias aparecen cuando menos te lo esperas y a las cosas que menos te esperas también.
Espero que recuperes tu pasión vital!

Rafa dijo...

Ya ta, tu. Ha sido pasajero. Mira por donde, el madrugón me ha venido de perlas. Por cierto el año pasad me entro cierta hipersensibilidad cutánea a los cambios bruscos de temperatura, no me acordaba... Espero que mi piel tampoco.

Santa dijo...

Lo que te pasa, modestamente nos pasa a todos...

En el curro... pues que levante la mano el que no vea como apenas se vende... se construye, etc.

En casa, pues qué te voy a contar del de 18 que repite 2 bachiller y el peque que ayer cumplió 10... y lo estuvimos celebrando con la wii y los deberes a medio hacer...

Y el madrid? otra vez champion de Uropa.. Jajaja

Un abrazo gordo compañeiro!

Anónimo dijo...

Com alergia o sin ella, son estados por los que pasamos, lointeresante en aforntarlos de manera positiva, es decir, dejar que pasen, cuando los vivimos que no pasen desapercibidos porque cuando ya acabe ese periodo estaremos completamentes renovados.

Saludos.

Rafa dijo...

Santa, nada que no se arregle con un poco de adrenalina, trepando o matando a palos unas bolas en un campo de tenis. Un abrazo (Lo de gordo no lo dirás por mi)

Hola Jinete. Interesante reflexión. Pasar los malos momentos de manera positiva es dejar que pasen... Uhm, vale, compro. Un beso